DETONANTE DESPLAZADO

Una de las máximas que todo guionista nos hemos grabado a fuego es que el suceso inductor, el detonante, el arranque de la serie, tiene que hacer girar todo un mundo, y cuanto antes mejor.

El clásico “primero pon un terremoto y luego ya veremos” a mí me lo enseñó hace muchos años Alberto Macías en los talleres que UIMP-FIA hacía en Valencia, pero que luego he oído repetidas veces a miles de compañeros/as en charlas, mesas redondas, coloquios o cervezas si se precia.

Pero creo que las nuevas maneras de hacer/ver ficción con el auge de las plataformas a sofisticado esta máxima, no tanto para pervertirla sino para darle un significado distinto.

Y para mí el ejemplo paradigmático lo encontré viendo “Transparent”, una de las ficciones de los nuevos tiempos que está redefiniendo los caminos de la ficción contemporánea.

En el capítulo piloto vemos rápidamente que Mort vive encerrada en un cuerpo de hombre cuando toda su vida ha sido Maura. Algo que iremos descubriendo a lo largo del capítulo (y de la primera temporada) y sabemos que va a provocar un seísmo, ese catalizador que necesitamos para que todo el mundo cambie.

Pero no llega.

Es más Jill Soloway, su creadora, nos lleva magistralmente hasta él en una secuencia clave, cuando Mort/Maura tiene a todos sus hijos reunidos en casa. Allí, en vez de dar la noticia, decide desviar el tema a la casa familiar (que se convertirá en una metáfora estupenda de la familia y sus vidas).

Es decir, ese detonante no explota donde tenía que haber explotado. Esto nos deja con la mosca detrás de la oreja. Sabes que tarde o temprano lo va a hacer.

Y lo que hace es llevárselo lejos, hacia el final del capítulo planteándonoslo como un cliffhanger. Cuando pensamos que no ocurrirá (algo que haría mantenernos poco tiempo más), un suceso fortuito, su hija mayor Sarah va a la casa para tasarla con su antigua ex y se enrolla con ella, lo evidencia. Maura las pilla pero como va vestida de mujer, Sarah descubre su verdad, el detonante que estábamos esperando.

Perdonad los spoilers a aquellos que no la hayáis visto pero aunque parezca simple, ese estiramiento del detonante tensa tanto la ficción que te genera la curiosidad del secreto que se va conociendo sin poner remedio. Es decir, no necesitamos una bomba al principio, necesitamos conocer personajes.

Muchas de las ficciones de hoy en día, basan parte de su encanto en un trabajo profundo del personaje (ese será el reto de crear Mort/Maura a lo largo de la serie) y dejan el efectismo apartado sin necesidad de giros emocionales / narrativos fuertes dando al espectador una lupa para seguir un mundo, un personaje(s) que va creciendo.

En ese sentido, trabajar, pensar, idear detonantes desplazados puede ser una buena muestra de cómo estiras del hilo (cuidado con romperlo) del interés del espectador.

Lo mejor de todo es que el mecanismo del desplazamiento no es nuevo. Los chejovianos ya lo conocemos porque el dramaturgo ruso lo utiliza frecuentemente en sus obras para variarnos el deseo de los personajes, para que amen a aquellos que no les aman, y que eso sea correlativo con otros personajes, trazando así un mapa de deseos desplazados muy interesante y que mantiene al espectador/lector en vilo.

Pienso tal vez que este mecanismo no es que haga las ficciones más sofisticadas, sino todo lo contrario: lo que ha creado el auge de las plataformas es un visionado que puede ser pausado, que no va de semana en semana y que, como una novela, puedes parar donde te apetezca porque el libro/serie estará allí cuando vuelvas. Pensad: la tele tradicional no nos daba esta opción antiguamente y tal vez por eso los sucesos inductores y las formas narrativas eran giros tan fuertes para que mantuvieras la atención de semana en semana. No sé, da que pensar.

En todo caso, creo que hay que pensar siempre que los sucesos inductores, aquello que va a hacer saltar nuestro universo por los aires no debe ser un “terremoto”, puede ser fácilmente un secreto no contado en una cena.

 

 

5 HADAS CREATIVAS

Una de las tareas que más me ha costado en este tiempo que he dirigido Creadores es sentarme a escuchar una charla, una conferencia, sin estar pendiente de la actividad de gestión que hay alrededor (el micro que no va, hay que llevar al ponente luego al hotel-tren-donde sea, o le he dado aquel dinero de producción a tal o cual persona).

Esta vez me he dado el placer de escuchar a las 5 hadas (el término se lo he “robado” a una de ellas, Itziar Pascual, que lo utilizo en su masterclass para hablar de 5 autoras que le habían marcado) y tomé apuntes sobre muchas de las ideas, reflexiones, sugerencias que hicieron en sus masterclass. Son notas a vuelapluma o sea que me disculpen ellas (y los lectores) si no son literales. Y desde estas líneas agradecerles sinceramente a ellas (María, Lola, Itziar, Marilia y Beatriz) por ser focos que iluminan procesos creativos. Fue un placer compartir estos momentos con vosotras ;)

MARÍA SAN MIGUEL

Tal vez la frase, el poso que más se me quedó marcado de la interesante charla, muy práctica, de María, fue cuando dijo “en este país se ha apostado por el olvido, en vez de por la memoria”. Me pareció interesante poner en valor estos dos conceptos, olvido y memoria, tan íntimamente ligados y de lo poco que hablamos sobre ellos.

Para aquellos que hayan visto alguna de las propuestas de su compañía, Proyecto 43-2, es interesante ver como ahonda en la memoria, no olvidando aquello que fuimos.

Algunas otras perlas que extraje fueron:

“Hay que preguntar para conocer”, como el conocimiento viene de la pregunta, de interrogar, de querer saber.

“Hay una negociación entre el documental y la ficción”, me gustaba esa analogía, negociar como vía de hacer que esos dos caminos creativos vayan de la mano.

O esta otra “hay que hacer una búsqueda de la belleza para aplanar el dolor”, una metáfora magnífica para conocer como ha trabajado su compañía en sus proyectos.

Al principio de la charla apeló al arte de la escucha, que también es un proceso de escritura en sí, y a “acapar las palabras”.

Nos dejó con ganas de ver su próxima propuesta “Viaje al final de la noche” que cierra la trilogía que su compañía está desarrollando.

LOLA BLASCO

También Lola nos habló de la palabra, como ella dijo “la palabra transformadora”, y como el teatro es un lugar de construcción.

Puso cuatro términos en una balance para hablar de ellos:

Cuerpo / persona / personaje / mito

En ese sentido habló de los tres niveles de acción del teatro de Angélica Liddell, donde aparece lo mítico trabajando con el yo íntimo y el paisaje.

Ahí nació hablarnos de lo íntimo en contraposición de lo privado. Mientras lo primero hace que una experiencia pase a ser universal, lo segundo puede caer en lo anecdótico.

También tomé nota de algunos libros como “La intimidad” de José Luis Pardo, “Diálogo para un teatro vertebral” de Alfonso Sastre, “Tú no eres como las otras madres” de  Angelika Schrobsdorff o “Dejad de lloriquear” de Meredith Haaf, este último haciendo reflexión sobre la debilidad como fuerza propia de creación.

ITZIAR PASCUAL

La masterclass de Itziar se llenó de referencias y aprendizajes, arrancando con una reflexión sobre el proceso creativo “dudar, interrogarse o descubrir el mundo es esencial”.

Focalizó su charla en la dramaturgia para la infancia y la juventud, reflexionando cuál era el fin de este teatro, consumo o su valor didáctico.

Y de ahí nació el término tercer teatro infantil, como una idea del teatro como fin en sí mismo.

Fue datando sus cinco magas. Primero habló de “Noche de tormenta” de Michéle Lemieux, una obra donde trabaja la exploración, la intuición y el viaje. Y reflexionaba como a los niños les pasan cosas importante y no podemos tratarlo como un borrado emocional. Vivimos en el mismo mundo que ellos. Apunte aquello que dijo de “no se es princesa por linaje, sino por coraje”.

Después habló del libro “El ruido de los huesos que crujen” de Suzanne Lebeau y de la cultura del cuidado, donde las mujeres fueron las que se hicieron cargo de la enfermedad, la muerte y la infancia, y como nadie se hizo cargo de las cuidadoras.

Tras ella nos habló de dos cuentos en la tercera y cuarta maga: Jeanette Winter con “Las tijeras de Matisse”, y Cécile Rouminguière con “La niña silencio”. Y reflexionó sobre la sinestia como recurso artístico.

Por último su última maga era Gloria Fuertes que convirtió el dolor en humor.

Itziar dio muchísimas referencias, no solo de obras de teatro y cuentos, sino de programas para adolescentes, compañías, etc, dándonos un compendio de materiales muy interesantes para bucear en ellos.

Me quedo con la reflexión final que tengo apuntada: “¿Por qué ofrecemos a los niños lo que nosotros como adultos rechazamos?”


MARILIA SAMPER

La practicidad de las palabras de Marilia se vieron ya reflejadas desde el principio “escribir teatro es un pollo”, que se fue desarrollando en algo que me llamó la atención, un hilo interesante para comentar: “el teatro es ideología” y por lo tanto, muestra tu sistema de valores.

Marilia nos puso varios ejemplos en ese sentido, como “Pulmones” de Duncan McMillan hablando del punto de vista que no es único y puede no ser válido. En este texto nace la idea de tener hijos y se desarrolla en un final que nos leyó allí mismo y donde vimos cómo todo pasaba de golpe cuando tienes descendencia.

También nos habló de otra obra, “La pols” de Llatzer García, para encontrar que poner todo en la palabra a veces pierde su valor en sí.

En estos casos y otros hizo hincapié en la diferencia entre la voz del autor y la de los personajes, y como muchas veces la primera se come a la segunda.

De alguna manera Marilia se centró en darnos coordenadas para entender que las ideas tienen una línea de trabajo, y que debemos ser y saber del personaje para que actúe él, no nuestra conciencia.

BEATRIZ CATANI

En la última masterclass tuvimos la suerte de tener a la creadora argentina Beatriz Catani que a través de “El infierno de Beatriz”, un pequeño corto sobre uno de sus procesos creativos, reflexionamos sobre el proceso de creación.

En este caso apuntó que el arte, más que denunciar lo que hace es visibilizar algo mediante un dispositivo artístico.

Para ello nos habló del montaje que trabajó a partir de “La divina comedia” de Dante reflexionando sobre los infiernos y cómo trabajar con los clásicos, que nos dicen a nosotros ahora.

Reflexionó sobre lo subjetivo, sobre de qué habla ese texto clásico para cada uno, cuál es el tuétano de la historia y porqué es universal. De hecho le interesaba porque trabajaba nuevos sentidos que a priori no se ven a simple vista.

Con esto cerramos el ciclo de masterclass y nos fuimos, yo el primero, con muchos apuntes e ideas sobre todo lo acontecido, además de tomar unas cañas de cierre final.

Por último, quiero agradecer a las cinco sus valiosas palabras, y espero haber sido lo más fiel posible a lo que dijeron. Rescatar estas notas casi un mes después hace que la memoria se pelee con el olvido, como decía María, e intento atraparlo para dejar constancia del enorme influjo que dejaron tanto en los creadores, como en mí. Gracias.

A VUELTAS CON LA IMPROVISACIÓN EN LA GESTIÓN CULTURAL

Parece que haya pasado meses, y fue hace unos días cuando se acabó IETM. Aunque solo pude ir a algunas charlas y a la jornada Creative lenses, se me quedó grabado todo lo que ocurrió ese día previo al propio IETM y sobre todo una idea que lanzó Pau Rausell sobre la gestión cultural en España y por ende, en el País Valencià.

Antes de nada, una cifra que aportaron en un muestreo de centros culturales europeos en la presentación inaugural del Creative lenses:

A la pregunta, de si tienen un plan a largo plazo, la variable de centros culturales del norte de Europa era de una 80% SÍ tienen un plan a largo plazo, mientras que en el sur de Europa tan solo un 23% SÍ tiene plan a largo plazo.

Y ahí nace la boutade que lanzó Rausell y la reflexión de este artículo:

¿Por qué en el sur no se tienen planes a largo plazo?

Defendió Pau Rausell que una de nuestras variables a valorar, que siempre se veía como negativa, es el trabajo improvisado. Nosotros vivimos más al día, y eso se ve reflejado en nuestros planes. No solo lo defendió, sino que hizo apología de ella.

Y yo me pregunto:

¿De verdad hay que vanagloriarse de no tener planes, de improvisar?

Entendí tanto la propuesta de Pau como de su compañero de mesa debate posterior, Jordi Grané, sobre que eso hace que nuestra gestión tenga más cintura, y estemos más capacitados para rectificar/modificar las propuestas, pero creo que es un error de manual sacar pecho por ello.

Diría que uno de los males de nuestra cultura se traduce en no tener planes. Y diría más: esto lo genera las instituciones culturales con sus planes presupuestarios a solo un año vista y en su nula autonomía presupuestaria.

El sector cultural sigue siendo muy dependiente de la administración (no sé hasta qué punto eso es bueno, malo, regular o no sabe / no contesta) y ese trabajo de dinamizador y desarrollo con años por delante (tal vez solo hagan falta dos años vista, no más) puede repercutir en una cultura más transversal, más participativa, más internacional o más crítica.

Me explicaré.

Cualquier empresa cultural hace su balance de gasto al final de año y su previsión para el año siguiente. En ese momento es importante saber cómo podrás extraer ese dinero, de dónde, y porqué, si eso es necesario para su proyecto.

Al depender un tanto elevado de la administración pública (y autonómica, que eso es lo primero que habría que hacerse mirar) el presupuesto comienza un baile de números y cifras para hacerlo posible, lo que lleva a no poder cerrar sus contenidos, su anhelo inicial y a conformarse o conformar aquello que sus posibilidades económicas le dan.

No tener programas regulados con suficiente tiempo, no conocer las ventanas claras para dialogar (no solo con la administración, sino con fundaciones, inversores, etc) hace que las propuestas culturales tengan una creatividad brutal llenas de precariedad hasta decir basta.

Y mientras, se nos pide desde los sectores económicos, sociales, culturales y administrativos que sigamos siendo creativos para superar esos “baches”. Preferiría que fueran creativos en los presupuestos y no solo en eso, en una regulación del sector, mediante contactos claros con otros niveles y reglando procedimientos que nadie tiene claros.

Pero por otro lado, el sector siente dependencia de ese plan a corto plazo. Son muchas las voces que piden constantemente volver a antiguos planes, y solo explicitan una máxima: más inversión que se traduzca en más dinero. Punto.

¿De verdad es más dinero lo que hará que la gente venga a ver las propuestas culturales? ¿Solo es la inversión el único síntoma del cortoplacismo?

Tal vez son muchas preguntas. Sé que estoy más lleno de dudas que de certezas, aunque creo que es importante cuestionarse un modelo que por caduco, queremos seguir fotocopiando. Y las fotocopias, cuando llevan muchas impresiones, ya no se lee ni la letra.

UNA CONVERSACIÓN EN CÍRCULO CON WADJI MOUAWAD

Aprovechando unos días en Madrid por trabajo, proyectos y demás reuniones, estuve en el Centro Dramático Nacional en el marco del taller de investigación: “Cómo contar hoy. Dificultades y retos de la narración”, que dictaba Wadji Mouawad.

Dictar, tal vez no es la palabra adecuada, ya que Wadji nos planteó, desde un círculo cerrado compartir el aquí y el ahora de la escena teatral/dramatúrgica desde las entrañas.

Ya desde el principio vimos que aquello iba a levantar grandes temas, pasiones, odios incluso. Wadji lo dejó claro: no quería hacer un taller para decirle qué tienen que hacer los actores en escena. Quería hablar con dramaturgos/directores de escena y que expulsáramos nuestros miedos/preocupaciones en ese círculo reflexivo.

Paso a volcar en este texto algunos de los impulsos que tomé de Wadji o de algunos compañeros/as que me quebraron o detonaron por dentro. No todo está, lamentablemente.

Wadji nos quería confrontar con la realidad con un buen puñado de “escupitajos” que nos lanzó en formato pregunta:

  • ¿Cómo conciliáis las dificultades del día a día y de la propuesta escénica (sean económicas o de cualquier tipo) con la creación en si?

Esta primera reflexión nos llevó algunas “perlas” como estás (no son citas al pie de la letra):

– “La situación económica es el verdadero director artístico de la obra”.

– Escribimos desde lo económico, pero también desde lo emocional, desde aquello que nos quiebra.

– «El director de escena ilumina una obra, el autor/director crea una obra».

– Los fantasmas de las dictaduras pasadas nos vuelve huérfano, solitarios. Hay que volver a la comunión que genera el encuentro, la charla con el otro.

– «Somos la generación que entiende que sus hijos tendrán un mundo peor. Ese es nuestro drama».

Wadji nos contó como montó una primera obra que ensayó durante 8 meses en la cocina de su casa. Eran 8 horas. Y que tuvo la suerte de conseguir que una directora de un festival fuera a su casa a verla. Y le hicieron de comer y la función para ella. Al acabar la obra le dijo que la llevaría a su festival pero que la redujera a 5 horas. Ahí empezó el éxito de “Litoral”.

Y reflexionando sobre ello y su siguiente montaje (un desastre según él) se dio cuenta que ese método fue el mejor que tuvo en años para encontrar el camino de la historia.

  • ¿Cómo se escribe vuestra historia en el mundo? ¿No piensas que tu teatro no llega a un público por alguna circunstancia, por un límite tuyo?

En este caso hablamos de lo determinista que son las condiciones laborales con una economía neoliberal y que eso impregna en el público que va (o puede ir) a las salas.

En mi caso hablé de la teoría del ˝impostor”: nunca sabes si lo que haces está bien, y en todo caso, lo que intentas es que, como impostor, no te pillen. Y eso genera una tensión latente en la creación.

En otros casos se habló la creación como enfermedad y como problema de salud (magistral María en ese fragmento en el que nos explicitó como dirigió un montaje con su bebé en el portabebés), y de las condiciones precarias del Off Madrid (extrapolable a otros Offs) y sobre todo incidiendo en el Teatro Lara (creo, profesión madrileña, que deberías montar una mesa redonda sobre este tema y ese teatro, parece que da para mucho).

Félix apuntó algo muy interesante: el “espacio de la confianza”, ese lugar que te creas y a partir del que puedes construir. Es importante construirse uno.

  • ¿Qué gesto conjunto vamos a hacer como primera piedra para el futuro?

En un atrevimiento Wadji nos propuso (o nos insinuó, no terminé de tenerlo claro) que hiciéramos un manifiesto, a lo que no sé si no entenderlo, o no sumar nuestras individualidades, no hicimos.

Pedro habló que una tradición que sí apoyó al autor vivo (término que utilizamos mucho) en el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas (CNNTE) del que siempre termina hablándose con nostalgia de algo que funcionó (por algo será).

Pero Wadji sí que nos dejó dos trazos que creo que funcionan como manifiesto:

“¿No será lo mejor que si soy director de un teatro que se plantee la misión de representar autores vivos nada más?”

“La revolución es negarse a obedecer.”

A mi se me quedó en el tintero hablar del concepto de ˝hegemonía cultural” que hubiera venido muy bien cuando Javi contó la anécdota de lo que le había pasado con un director general de una institución pública que defendía el repertorio y los clásicos contemporáneos para obviar a los autores vivos. De alguna manera, esa es la hegemonía cultural, “vendernos” que es bueno montar a Shakespeare y no a Sahuquillo porque el público lo necesita. Pero es una de las muchas falacias que nos tragamos a diario. William sería el primero en tumbarla, estoy convencido.

Con esto cerramos el debate, el círculo y nos hicimos esta foto

Que no quede en una foto. Creo en la revolución permanente en el teatro (sí, soy bastante estoico, que le vamos a hacer) y que cada paso hacia ello es una alegría que es inabarcable.

Por último, quiero agradecer a mis compañeros/as José, Javi, María, Denise, Pedro, Félix, Pilar y David por la experiencia. Siento no tener todas las notas, no ser más preciso, y dejarme algunas (muchas) cosas en el tintero. Seguro que vosotros podéis complementarlo en los comentarios ;)

Pese a que no salió un manifiesto, como nos pidió Wadji (y ello habla de nuestra individualidad) sí que compartimos nuestras frustraciones, anhelos, alegrías, tristezas y procesos. Y eso, en un mundo hiperacelerado, es siempre un lujo.

LA INDEPENDENCIA, LA DEPENDENCIA Y LA «PENDENCIA»

 

El otro día tuve que llamar por teléfono a un periodista amigo para cerrar algún dato para el texto teatral que estaba terminando. Me dio muchos y muy variados (gràcies Xavi), pero me quedé con este fragmento de la conversación (no es literal literal):

– En el mundo anglosajón lo tienen claro: si eres el mejor, ejerces el cargo.

– Allí funcionan por currículum.

– Y por independencia. Vale más la libertad que pueda tener, que ser de la familia. Aquí en nuestro país siempre pensamos, no con malicia, que como conozco a nosequién que haría esto muy bien… y de hacer concursos públicos, ni hablar. Por eso se ha tirado tanto de amigos, cuñados, hermanos, etc. Pero desde todos los bandos.

– Tiene que ver con que somos un poco fenicios.

– Eso es.

Creo que ese dato, la independencia, era clave para entender cómo actuamos en España, en Valencia, en esta parte. Y de esto no se libra la cultura.

Lo que más me llama la atención es como siendo un instrumento perfecto para proyectar imagen, se haya descuidado tanto eso, la imagen.

Lo que muchos profesionales de la cultura hemos pedido siempre, es algo sencillo: independencia. La cultura no puede ser un instrumento del poder, debería poder administrarse independientemente a siglas.

Un hecho curioso, casi de análisis sociológico sería el siguiente: ya se van conociendo algunos cargos de orden político en el ámbito cultural (y en otros), pero, siendo muchos de ellos excelentes profesionales, no habrían estado en esa tesitura (compleja por otro lado) si no militaran o pertenecieran a tal o cual partido. Siempre me pregunto: ¿si no militaran o pertenecieran a tal o cual partido, se les habría llamado?

Echo en falta independientes, pero independientes de verdad, en los altos organigramas de las instituciones públicas. Gerentes, gestores, que su currículum y sus obras (eso es el currículum) hayan dado pie a que lleguen donde han llegado y a generar un tejido cultural. Hay intentos muy loables y por poner un ejemplo para que se entienda, Vicent Soler, el Conseller de Economía será todo lo independiente que queramos, pero ya formó parte de un gobierno socialista de la anterior etapa. En todo caso, no era este el ejemplo que queríais, pero lo entendéis perfectamente.

Esto nos lleva al segundo grado, la dependencia. Con todo el desastre de gestión cultural que hemos tenido estos años en la Comunidad Valenciana, con poco que se haga será mucho mejor. Claro y meridiano. Ahora, la dependencia del sector (sea cual sea) no puede ser la panacea para esperar de él todo, todas las respuestas. Hay miedo al error. Errar es humano, hay que tomar decisiones para ello.

No tengo todos los detalles, pero en una reunión reciente con el sector, alguien de la administración preguntó: Entonces, ¿Qué hacemos?

Obviamente es lógico y loable preguntar, informarte, pero si no hay un plan, siento que volvemos de nuevo al punto cero del camino.

Una reunión muy famosa en el sector audiovisual hace años sentó a todos los académicos de cine valencianos con la consellera de turno para hablar con ellos, para hacer “lobby” valenciano. Aquello acabó en aguas de borrajas. Unos porque fueron a pedir su cuota, otros porque fueron a quejarse, pero lo más importante es que desde Conselleria no había ningún plan, sino sentarlos para ver, “bueno, ¿qué hacemos?”, como si fuera un problema de una charla de patio de colegio y no un mal endeble al que hay que enfrentarse con un plan estratégico. Y así seguimos: el ICAA de nuevo dando la espalda al sector valenciano.

Ya lo dijo Napoleón (y mira que a mi este como que no): “Cuando yo quiero que un asunto no se resuelva, lo encomiendo a un comité”.

Todo esto nos puede arrastrar de nuevo a la frustración, cuando no al desánimo. No debemos caer en eso. Sobre todo no se debe llegar a la “pendencia”, a dejarse hacer y a otra cosa mariposa. A “pues no saben hacer ná y no tienen ni idea”, o peor “si me hubieran llamado a mi…”. Hay que seguir siendo resolutivos, preponer, decir que no cuando sea que no, y apoyar cuando se está en ello. Tomar decisiones no debe ser un mal endémico, es una realidad del día a día.

Y como no soy de los de esconderme, siempre que puedo y tengo foro lanzo cuatro ideas tontas que se deberían aplicar en la cultura (sobre todo en los ámbitos que más conozco: teatro y cine) para levantar el ánimo y comenzar a hacer camino:

– En el ámbito local trastocar y poner al día las oficinas de rodajes en las principales ciudades, y ser permeables a la realidad de las grabaciones. Una Valencia Film Comission bien montada (sin amiguismos) haría que muchos rodajes cayeran por estas tierras (que tenemos sol a gogó) y daría mucho trabajo a excelentes profesionales.

– Aunar en una “liga fantástica” todos los eventos creativos-culturales a la manera del Edimburgo Festival. Algo de esto hablé aquí y tiene coste cero. Simplemente hay que coordinar todo el potencial desbocao que tenemos en Valencia y alrededores.

– Como no tenemos Instituto Cervantes ni Institut Ramón Llull, utilizar las Oficinas de Turismo de la Comunitat Valenciana para eso: para vender también cultura. Y de paso, ir pensando en como montar una red, entrando por esas oficinas, para llevar nuestro cultura a Monterrey, Bratislava, Moscú o Kuwait.

– Por último y más importante: darle la voz al creador, sea cineasta, teatrero, músico o artista plástico. Llevan muchos años en el oficio, y por experiencia seguro que algo se ha quedado. Innovemos en esto, en formar, potenciar y exportar creadores: será lo que haga que cambiemos nuestro sino de corrupción.

Veis. Creo que sigo siendo optimista. Librémonos de la dependencia que supone el cargo, o el partido del gobierno y gestionemos (gestionar) para hacer realidad todo esto. Conozco mucha gente dentro de la administración que se va a dejar la piel por la cultura al País Valencià. Com deia Vives: “Afanya’t, no et reserves per les hores que han de venir, perquè aquell que no és apte avui menys ho serà demà”.

POLÍTICA

«Pienso que la verdad política es la que se hace con la visión.

Es decir: lo que se muestra a diario a la gente, a las personas, es político.»

El acto de ver Wim Wenders

 

En estas elecciones hay dos votos posibles: el del miedo y el del cambio. Y cada uno tiene sus partidos políticos asignados.

Creo que la crisis ha pulsionado mucho las ficciones cercanas a la realidad social, política. Y cuando la realidad política se ha ficcionado tanto, la ficción se acerca a la realidad política.

Como documentalista que fui, me baso en la realidad, me gusta trabajar poniendo la lupa en aquello que ocurre en lo real, y la política está ahora más que nada falta de un relato.

Sí, tengo mis propias convicciones políticas pero siempre me pregunto si eso intercede a la hora de escribir, si eso hace que mi escritura se gire hacia algún lado. Creo que lo importante es que entendamos el porqué de todos los personajes, indistintamente de su ideología, política o no.

Es por ello que veo que esta crisis, o esta estafa, lleva a un cambio de paradigma ficcional: necesitamos saber y conocer qué pasó, porqué pasó, que nos llevó a esto y como no repetirlo. Para eso siempre es interesante analizar la realidad, y sus imágenes icónicas. Sirvan estos 2 ejemplos.

En la primera, tradición, compromiso y modernidad se entremezclan en esa imagen de Mónica Oltra, la política valenciana mejor valorada, vestida de fallera en el metro de Valencia. Todos tenemos en la mente qué pasó en ese fatídico metro. Pero aún así, es un medio de transporte popular, que utiliza todo el mundo. Es bajar a pie de tierra. Por otro lado, una tradición, las fallas, como anclaje del aquí y ahora. Creo que en sí, es la imagen del año en Valencia, independientemente de los comicios electorales.

En la otra, algo que no debería ser molesto, el descansar durante un viaje, se convierte para la persona, en este caso Rita Barberá, en una actitud falta de respeto. Todos descansamos, pero queda poco educado hacerlo así en el AVE (medio, tal vez, más elitista que el metro). Pero sobre todo con los pies descalzos y sin compañeros de asiento. Parece que haya un privilegio: compro el resto de asientos para ir cómoda, que para eso mando yo. El mando como instrumento de disciplina vertical.

Dos fotos que dan y dicen mucho al hacer ficciones. Obviamente no he escogido estas dos fotos al azar. He conocido a ambas mujeres. Personalmente. En un corto espacio de tiempo, pero creo que justamente estas dos fotos las define muy bien. Y eso es lo que nos muestra un personaje cuando lo describimos. A veces reflejar la realidad parece irreal, pero ¿es así?

Con Mónica tuve una comida muy interesante (de la que no voy a dar más detalles) pero me quedó una nueva mirada curtida no solamente dentro del ámbito valenciano, sino también fuera. A la alcaldesa, la conocí en unos premios que organiza el Ayuntamiento (y del que yo fui premiado en aquel momento) y es verdad que es cercana y educada delante de la palestra, pero no así detrás de ese “maquillaje”. Vi, lamentablemente, la parte de delante y la de atrás.

En todo caso, me fascina analizar los comportamientos de los políticos de primera mano, algo que hace la película de Polanski “El escritor” y que muy bien refleja el libro de Yasmina Reza “Al alba la tarde o la noche”.

Les diré algo: he conocido muchos y variados políticos. Con algunos me he sentado a comer, a otros los he entrevistado, alguno que otro me confesó algún secretillo (o eso creía él/ella o yo). Creo que el poder les da algo, que ellos creen eterno. Y en esa mirada hacia los demás me interesa como contar ese relato, como lo hizo Reza en su excelente libro.

Les diré algo más: lo he intentado. No creo que vaya a cuajar, pero me gustaría hacerlo. Me explico.

El miércoles 18, día de fallas, volvía a Valencia en AVE. Había estado de reuniones en Madrid los días anteriores y volvía pronto hacia Valencia. Tenía un billete de turista. Al ser relativamente temprano la gente va a la suya. Hasta que no arrancó el tren no me percaté que en el asiento de enfrente estaba sentado Pedro Sánchez. Ni yo ni mucha gente. Pasó desapercibido. Eso sí: iba en turista, lo puedo atestiguar.

Durante el viaje fui pensando como entrarle. ¿Por qué? Pensaréis. Vivir desde dentro el día a día de un político como Pedro (o como otros cualesquiera) creo que es un material valiosísimo para la ficción. Puede gustarte más o menos su ideología, pero esta la esencia del poder, la fascinación y erótica que ello conlleva. Esperé paciente hasta el final del trayecto, no quería una situación incómoda ni parecer un fan friki. Simplemente plantearle algo. Casi llegando a Valencia saqué una tarjeta personal, escribí tras ella y la guardé.

Cuando ya se anunció “Próximo estación: Valencia”, momento en el que la gente recoge, ataqué:

– Pedro, enhorabuena.- le dije. Era una manera de entrar rápida y seguro que se sentiría halagado.

– Gracias.

Le acerqué mi tarjeta. Tras ella se podía leer esto.

Lo leyó, me miró y me dijo:

– Te escribo.

– Claro.

No crucé más palabra con él. No quise. Seguramente no lo hará, pero creo que contarlo desde dentro, ahora que llegan las elecciones generales, era una manera de mostrar que cuando se quiere escribir desde algo, se tiene que hacer con conocimiento de causa. Así lo hice cuando escribí “Las guerras correctas”, cuando me entrevisté con Iñaki Gabilondo.

[Si Pedro Sánchez (o algún asesor, esa especie tan “curiosa” de la que está llena la política) lee esto, no dude en ponerse en contacto conmigo.]

Esa es la función del escribiente, sea guionista, dramaturgo, novelista,… la función del “ficcionador”: tener un conocimiento de primera mano de aquello de lo que escribe.

Lo tiene Beau Willimon cuando reescribe “House of cards” (la adaptación del original “House cards” británico) porque lo había hecho antes con “Farragut north” obra de teatro que fue llevaba al cine como “Los idus de marzo”.

Por eso me parece tan extraña la adaptación en España de una serie tan política como “Borgen”. ¿Sabremos adaptarla? ¿Lo harán gentes que hayan conocido políticos/as, que se hayan metido hasta el tuétano en la política? ¿De verdad creemos que se pueden copiar y pegar formatos?

Lo peor que te puede ocurrir como “ficcionador” es que tu ficción sea en si mismo ciencia ficción. Algo que hace cada vez más los telediarios.

LA HORA DE LOS CREADORES

Hoy  ha salido este artículo en Valencia Plaza. Sé que Vicent Molins, al que agradezco el esfuerzo, ha juntado un sinfín de voces que queremos ver el cambio en Valencia. Como pasa con estos artículos, el texto íntegro que le mandé no ha podido publicarse. Por eso aprovecho este espacio y copio el texto íntegro, para quien le quiera interesar. Importante es que reflexionemos, culturalmente hablando, sobre nuestra Valencia.

 

A/A quien lleve las riendas de la cultura valenciana,

Hola. Debes estar acojonado/a. Llevamos años esperándote. Muchos. Hemos / han depositado todas las esperanzas en ti. Y creemos que lo harás bien, aunque para cada uno la palabra “bien” tenga su propio significado. Ánimo y no pierdas el aliento en esta dura batalla.

No hay que salvar la cultura valenciana. No nos equivoquemos. Hay que hacerla visible. Es la hora de los creadores. Me permito, a modo de sugerencia, lanzarte algunas ideas de lo que debería pasar. Pero sé que estamos en buenas manos. Endavant company/a!!!

– Utiliza el código de buenas prácticas. Para eso está, para eso hay instituciones que funcionan tan bien con él. Que quien gestione el teatro, cine, música, artes valencianas sea el más preparado, el que mejor currículum tenga, el que traiga las propuestas más atractivas por un concurso de méritos. Fuera cuñados/as, hermanos/as, amigos/as, maridos/mujeres, mientras no estén preparados. Ya los hemos sufrido.

– Es la hora de los creadores, hazlo fuertes y tendremos una cultura fuerte. Siempre lo he dicho: hace más por nuestro audiovisual que un cineasta nuestro este en el Talent Campus de la Berlinale que un stand de la Ciudad de la Luz (ay!) en Donosti. Apuesta por el talento. No seas un guardia urbano para que “pase el siguiente”, para que haya café para todos/as. No. Se acabó. Trabaja con la pirámide invertida: apoyando muchos creadores que darán resultados a los productores, que exportarán su trabajo fuera, que lo harán visible.

– Obcécate en la pedagogía cultural. Nuestro cine, nuestro teatro, nuestra música no se ve, porque no la promocionamos, no educamos para verla, sentirla, amarlo/a. Incentivos a los más jóvenes a llegar a la cultura, para luego formarlos en sus pasos a ser creativos. Creatividad contra el “emprendurismo”. Que llegue la revolución a la cultura y la educación.

Exporta talento, importa referentes. Vivimos faltos de referentes. No llegan, o llegan cada poco. Y esto nos hace pobres culturalmente, nos aísla y no nos hace evolucionar. Hagamos de Valencia una plaza cultural fuerte. Y exportemos nuestro talento. ¿Qué hace l’Institut Ramón Llull con la cultura catalana? ¿Y el Cervantes con la española? No hace falta crear un instituto para esto, o no de buenas a primeras, hay agencias de turismo valenciano por todo el mundo, y me costa que algunas solo venden playas, sol y fiesta! Invirtamos en “vender” alguna cosa más, que somos la ciudad europea que más Erasmus recibe. Hagamos que se enamoren también de nuestra cultura.

– Por último, impón la autocrítica, la sana y saludable, claro está. No sirve de nada “que bien aquello que hiciste” si no es verdad. Hay que mojarse. Hay que apoyar aquello que nos va a posicionar, y saber cuando se apuesta por una rareza porque es una joya en bruto. Para eso hacen falta muchas horas de festivales, encuentros, visionados, exposiciones, etc. Y es que la autocrítica es para todos/as, para el creador y para el gestor.

O sea que ponte las pilas y empápate de lo que pasa en Madrid, Helsinki, Buenos Aires o Berlín. Estudia los ejemplos de éxito cultural de ciudades y regiones como la nuestra, propón, arriesga, pierde o gana, pero haznos más alegres culturalmente hablando. Te estamos esperando con los brazos abiertos.

Gabi Ochoa

 

MAKING OF DE #LASGUERRASCORRECTAS

Durante años, muchos, me sentaba con mis padres de ver los debates televisivos, los programas de tertulias, informativos,… programas como “Queremos saber”, formatos como “La clave” de Balbín o entrevistas como la que Iñaki Gabilondo le hizo a Felipe González en 1995.

Mis padres me decían, ya con 14, que tendría que tener derecho a votar, porque me posicionaba en todo. Me gustaba la política, hablar sobre ello, entender nuestra realidad. Mi madre siempre me preguntaba (y me sigue preguntando) qué opinaba sobre este u otro tema político, sobre candidatos, partidos, etc.

Es curioso como con los años aquello se esfumó. De hecho lo soterré en mi escritura, en mis ficciones, en general casi en mi opinión. Intento no posicionarme delante de gente que no conozco y siempre soy muy “polite”, como me dice mi amigo Martín.

Pero creo que “Las guerras correctas” nace de aquella época, de allí. ¿Qué pasó con los GAL? ¿Qué fue la guerra sucia contra ETA? ¿Por qué se consintió?

En el otoño de 2012 tuve la suerte de rodar mi primera película como director, “El amor no es lo que era”, una comedia humana sobre relaciones personales. Recuerdo que en las comidas conversaba con Alberto San Juan, y muchas de esas conversaciones eran de política. Volvía a tener ese tipo de conversaciones. Allí le hablé de la entrevista de Iñaki. Para mi suponía un antes y un después en la relación periodismo – política, y sobre todo una entrevista donde el periodista se empeñaba en querer conocer la verdad “¿Organizó, autorizó o toleró los GAL?”. Creo además, que fue el principio del fin del “felipismo”.

A Alberto le interesó y busqué la manera de encontrarme con Iñaki Gabilondo. Su contacto me lo proporcionó Mariola Cubells, amiga periodista, que me dijo “ahora es cosa tuya”. Y lo fue. Iñaki me recibió y estuve más de 2 horas con él conversando sobre aquella dura entrevista a Felipe. Recuerdo que le dije que hablaría con los implicados en esa entrevista (Felipe, Rubalcaba, que acompañó a Felipe a TVE y Jordi García-Candau, director de RTVE en el momento), a lo que Iñaki, antes de irme me dijo: “Gabi, cuando hables con Felipe, por favor, llámame. Quiero saber qué piensa él”.

Intenté contactar con Felipe y con Rubalcaba, pero nada: desde prensa del PSOE me supieron dar largas, de una manera muy muy amable, todo hay que decirlo.

Sí recuerdo que el día que salí del despacho de Iñaki ya tenía un esquema mental en la cabeza: tenía que contar como se gestó la entrevista (García-Candau llama a Iñaki), tenía que aparecer la entrevista en si, pero además, el final era claro: la última charla, privada, que Iñaki y Felipe tuvieron sobre el tema. Una charla que propició Felipe en Gobelas, la antigua sede del PSOE.

Una vez tuve el proyecto hablé con productoras de teatro, algunas de las cuáles no me contestaron, otras amablemente lo declinaron y una me llegó a decir que no quería hacer daño al PSOE. Allí tuve que explicarlo, y volví a esa televisión y mis padres: venía de familia socialista, quería conocer la verdad, como Iñaki la quiso conocer. Y entonces volví a Alberto.

A Alberto le entusiasmó: “hay que producirla”. Y me dijo que quería que la dirigiera yo. Pensaba que la querría dirigir él, ya que acaba de estrenar “Ruz-Bárcenas”, pero confió en mi visión del texto y de la puesta en escena.

El trabajo durante apenas mes y medio ha sido una pulsión muy fuerte. Primero enfrentarme a una visión de aquellos días, de aquella guerra sucia. En los ensayos hemos tenido charlas interminables sobre lo que significaban los GAL en el momento. Hemos discutido mucho el sentido de cada frase, de cada palabra, diría incluso hasta el último ensayo. Para mi era importante (y sigue siéndolo) que entendamos a todos y cada uno de los personajes, sus motivaciones, y pese a que las compartamos o no, sepamos porqué obró así.

Nunca he querido hacer una hagiografía de Gabilondo. Ni creo que Iñaki se prestara a ello. De hecho creo que el verdadero protagonista es Felipe. Porque en una función donde uno interroga y el otro contesta, las respuestas son la clave de todo, queremos saber, claro.

También creo que es un western de la palabra, un lugar donde se enfrenta dos personajes para hablar de la verdad. En todas las veces que he conversado con Iñaki hay una frase que se convierte casi en un mantra cuando habla de los GAL y de aquella entrevista, una frase que repite constantemente: “Yo le di la oportunidad para que dijera: no lo hice, pero fui responsable”.

En la puesta he insistido en entender las claves del socialismo del año 95. Recordemos: el PSOE estaba en su peor momento gobernando Felipe, pero era el PSOE que trajo ilusión, que trajo sanidad y educación pública y universal, acceso a la cultura, I+D+i y muchas mejoras en clave social. Era importante no olvidar su discurso y que se clavara en el tuétano de la obra.

Con todo, era importante que los interpretes que encarnaran a Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, Iñaki Gabilondo y Jordi García-Candau fuesen creíbles, pero importaba no caer en la imitación que volvería caricatura la Historia, su historia.

 

Manolo, Chani, Luis y César han sido unos excelentes compañeros de viaje, unos formidables actores. Ha habido crisis en el proceso, por supuesto. He tenido que retocar escenas enteras (creo en el teatro como arte vivo y que se viva en escena) y enfrentamientos sobre cómo plantear algo. Pero han trabajo en pos de la obra. Estoy muy orgulloso de ellos. Creo que el trabajo, el suyo sobre todo, arranca un trozo de Historia para convertirla en ficción teatral.

Hay muchos guiños en la obra al periodismo, a la realidad política actual, a mi tierra (Valencia), incluso los temas musicales dicen mucho de lo que ocurre en la obra. ¿Quién no conoce la historia del “Va pensiero”?

Por último, me gusta ese final (que no les voy a destripar), ese sabor a hiel que da pasar de un bando a otro sin darse cuenta, incluso siendo molesto para el propio espectador, que se removerá en la silla.

Espero que con esta obra la gente se lo pase bien (aunque no lo parezca, tiene una comedia incrustada), se posicione y se conciencie haciéndose preguntas sobre nuestro pasado más cercano.

Dar las gracias a Teatro del Barrio (y toda la gente que trabaja en él), a Teatro del Temple y La Rambleta por apostar junto con Teatro del Barrio en co-producir esta obra, y también agradece a un buen montón de periodistas (Rodrigo Terrasa, Jordi García Candau, Fran Llorente, Alicia Gómez Montano,…) con los que he hablado sobre ese momento histórico.

Espero que disfruten de la función. Estará en cartel del 5 de febrero al 1 de marzo los viernes, sábados y domingos. Consultar en cartelera ;)

 

“Unos días antes me llamó Alfredo,

quería saber lo que le iba a preguntar a Felipe.

- Iñaki, ¿no todo será sobre los GAL, verdad?

- Dile a Felipe que responda breve y así cabrán más temas”.

Iñaki Gabilondo en la entrevista que le hice. Mayo del 2013

“La política ha dejado de ser una política de ideales

para convertirse en una política de programas”

Enrique Tierno Galván

A Alberto San Juan, por su apoyo e impulso al proyecto

A Iñaki Gabilondo, por aceptar ser un personaje

A Rodrigo Terrasa, por la documentación

A Carlos López y Marciano Menéndez, lectores infatigables

A mi mujer, Marta, y a mi hijo Gabriel

GUARDIAS URBANOS

 

Hace años, muchos, tal vez 10, puede ser. Había quedado con un amigo que trabajaba en la gestión cultural de una institución pública. Era una buena época, había trabajo. Había quejas pero porque Pepito o Menganito tenían más producciones, pero en general, todos trabajábamos. La conversación, o lo que recuerdo de ella, fue más o menos así:

– ¿Y ahora que tenéis de nuevo?

– Pues entra XX y XX grupo, y hay una coproducción con XX, y luego XX.

– Ah, que interesante.

– Sí, no deja de serlo, pero de verdad, yo cada vez tengo la sensación de que somos guardias urbanos.

– ¿Guardias urbanos?

– Sí, solo estamos para dirigir el tráfico. Qué pase el siguiente. Hay una cola y la siguiente producción es quien está en la cola.

La conversación continuó por otros derroteros, pero a mi se me quedó clavado eso “guardias urbanos”. Criterio no había, había presión en la cola para que pasara el siguiente.

No fue la única vez que tuve esta sensación. La tuve muchos años antes en una reunión del sector, donde se habló poco de cine y creación (era del sector audiovisual) y más de cuotas, de a quien le tocaba en ese momento. De allí salí cabreado porque no se premiaba el buen o mal cine, sino que lo hiciera Juan o Miguel porque, “les tocaba”. Yo pensaba, ¿pero de verdad tenían buenas películas, documentales, series o lo que plantearan? ¿O era, porque sí?

¿Por qué nuestra gestión cultural ha sido desde hace años “guardias urbanos”?

La verdad que no tengo muy clara la respuesta, pero sí que he visto síntomas en esos momentos comentados a lo largo del tiempo. Pero lo que más me preocupa es que sigue ocurriendo.

Parece que el concepto cultural que tenemos pasa por comprar, deglutir, mostrar,… siempre pienso donde se guarda la reflexión. Los programadores culturales se preocupan, y muy mucho, de tener lo que más ha pegado, lo que ha tenido ecos, tanto fuera como dentro, sin preocuparse en algo que es fundamental y de lo que tanta veces he comentado con otros creadores:

«el punto cero de la creación».

Pongamos un símil futbolístico para ver si lo entienden.

Aunque soy del Valencia, hay tres equipos que me han fascinado a lo largo del tiempo por su construcción de club. El Sporting de Gijón, el Athletic de Bilbao y el Barça.

Del Athletic, tal vez por esa obsesión por lo genuino vasco, que en ocasiones le ha salido bien, y otras, pues no. Pero del Sporting y del Barça, por como construyeron sus canteras (hablo de hace años, desconecté del futbol hará… pues 5 años o más, y solo lo sigo de uvas a peras).

La Masiá, la cantera del Barça, ha sido un revulsivo del club, ha hecho que finalmente gentes como Xavi, Cesc o Iniesta lleguen a la élite. Ese sueño de Cruyff se hizo realidad: no paguemos por traer estrellas, hagámoslas nosotros. Los hechos y el tiempo, la piedra sobre piedra y la progresión, hicieron del proyecto un referente.

Pero no tenía porqué ser un club fuerte. El Sporting también exportó futbolistas cuando creó Mareo, su escuela de formación. Eloy, Luis Enrique, Ablanedo o Villa son creaciones de Mareo.

No hacia falta un gran presupuesto, hacia falta no esperar resultados a corto plazo.

¡Ay el corto plazo! Siempre nos decimos, vamos a preparar lo que viene a 2-3 años vista, y luego no salimos del mes que viene.

No sé si ahora se entiende más “el punto cero de la creación”.

Para que nuestros gestores dejen de ser “guardias urbanos”[1] falta que ellos marquen las líneas. Un criterio. Y en eso solemos olvidar la formación. La cantera, eso tan importante.

Sigo viendo a grandes valencianos triunfando fuera de sus poblaciones y veo que no ha sido gracias a su formación aquí, a su “Mareo” o su “Masía”, sino a su propia y perseverante constancia. Y eso no debería seguir pasando.

Este 2015 tenemos una oportunidad histórica de darle la vuelta a esto. No podemos seguir esperando a lo que vendrá de Madrid, Barcelona o Londres. Que sí, que será interesantísimo, pero además, creemos y valoremos a nuestros creadores y exportémoslo.

Y cuando vengan referentes, que sean los que de verdad remueven, que no quieran un pisazo en la Calle de la Paz ni una Ciudad del Teatro, sino a marcar un camino, y ayudarnos a crear, a transformarnos piedra a piedra.

Esa es la cultura que quiero. Dejemos que los guardias urbanos sigan dirigiendo el tráfico de las ciudades y que llegue la hora de los creativos en la gestión.

 

[1] No todos los gestores son/han sido así. Pero tal vez la desidia fue una marea que barrió hacia la mayoría.

TU CIUDAD DESDE LA DISTANCIA

Gabi Ochoa Web Imagen de Valencia

En ocasiones uno se ve viviendo fuera.

Se ve en un país extranjero, trabajando en algo que realmente le motive, y con su familia a su lado.

Más de alguna vez lo hemos hablado mi mujer y yo. Hemos fantaseado con la idea.

En un momento determinado pensamos, ilusos de nosotros, comprar un departamento en Buenos Aires. Incluso hacerlo a medias con otros amigos. Buenos Aires nos cautivó.

Pero del sueño una siempre regresa.

Hay una anécdota que siempre cuenta mi padre muy ligado a esto. Dice que un día iban él, sus hermanos y sus padres andando por Ceuta (mi padre, por el oficio de mi abuelo, vivió por media España) y que a uno de ellos se le ocurrió jugar a “imagínate que eres millonario”. Cada uno dijo qué iban a hacer con ese dinero, hasta que mi abuelo dijo, “ala, iros bajando del 600”. Los hizo bajar a la realidad.

Amo a mi ciudad, Valencia, y dudo que ya me pueda separar de ella.

Durante una época viví en Barcelona y en Madrid, las probé. La ciudad condal sí me fascinó, pero no era Valencia. Madrid me producía rechazo al principio, ahora es uno de mis sitios preferidos.

Todos queremos realizarnos en nuestra tierra, en nuestro lugar. Es como si nos perteneciera, como si fuera parte de nuestro ser, una extensión de nuestra alma.

Por eso se nos parte el alma cuando tenemos que irnos, cuando por circunstancias tan duras como una crisis, como esta estafa, nos vamos.

Durante este mes que he vivido despegado de Valencia, de mi mujer y mi hijo, he estado pegado a la pantalla viendo las noticias de allá, viviéndolas como si me afectaran, como si fueran conmigo, cuando cada vez más, la distancia (física y emocional) se me hace más evidente.

Buenos Aires me revienta de ideas. Me genera muchísimas preguntas, me activa creativamente. Es la segunda vez que piso sus calles y estoy convencido que no será la única. Los lazos son tan grandes, que he de volver.

Pero en esta distancia veo mi Valencia, allí, chiquita, como en un mapamundi de esos antiguos donde señalabas donde vivías.

 

En nuestra ciudad siguen habiendo desmanes políticos, que pararán tarde o temprano, porque van a caer. Siguen habiendo una casta, la mini-casta cultural sigue intentando caer matando, pero creo cada vez más en las nuevas generaciones y su fuerza regeneradora (como me jode que hayan pervertido conceptos como este o como “popular”, algo perteneciente al pueblo. Recuperemos el lenguaje, es nuestro!). Conozco a esa generación, la veo todos los días en mis clases, la conozco en las redes sociales, la aliento siempre que puedo. Van a ser los que hagan que el panorama cultural cambie 180º. Eso es lo que veo.

Y lo veo a miles de kilómetros, al otro lado del Atlántico, mientras tejo hilos insondables, redes en este lado para que sean referentes en aquel otro.

Me gustaría que los cuarentones como yo (estoy casi casi) sigan contando. La experiencia es un grado importante. Como también no nos olvidemos de nuestros creadores mayores, de aquellos que de verdad nos han ayudado, no aquellos que se han erigido en altares y de allí no saben bajar.

Nos espera un 2015 lleno de sorpresas, de buenas sorpresas. Van a caer sistemas, maneras, modos, y surgirán propuestas, ideas, creatividad a raudales y aunque nos costará, porque aún estamos anclados a viejos vicios nada buenos, hay que abrirse a ello.

Me gustaría acabar citando a una de esas jóvenes promesas, al talentoso Carles Chiner (Gener), que en la canción “El temps del llop” canta una frase que debería ser un estandarte para lo que está por llegar

“Ja no queda més camí que el que du de nou al canvi”

(Ya no queda más camino que el que lleva de nuevo al cambio)