UNA CONVERSACIÓN EN CÍRCULO CON WADJI MOUAWAD

Aprovechando unos días en Madrid por trabajo, proyectos y demás reuniones, estuve en el Centro Dramático Nacional en el marco del taller de investigación: “Cómo contar hoy. Dificultades y retos de la narración”, que dictaba Wadji Mouawad.

Dictar, tal vez no es la palabra adecuada, ya que Wadji nos planteó, desde un círculo cerrado compartir el aquí y el ahora de la escena teatral/dramatúrgica desde las entrañas.

Ya desde el principio vimos que aquello iba a levantar grandes temas, pasiones, odios incluso. Wadji lo dejó claro: no quería hacer un taller para decirle qué tienen que hacer los actores en escena. Quería hablar con dramaturgos/directores de escena y que expulsáramos nuestros miedos/preocupaciones en ese círculo reflexivo.

Paso a volcar en este texto algunos de los impulsos que tomé de Wadji o de algunos compañeros/as que me quebraron o detonaron por dentro. No todo está, lamentablemente.

Wadji nos quería confrontar con la realidad con un buen puñado de “escupitajos” que nos lanzó en formato pregunta:

  • ¿Cómo conciliáis las dificultades del día a día y de la propuesta escénica (sean económicas o de cualquier tipo) con la creación en si?

Esta primera reflexión nos llevó algunas “perlas” como estás (no son citas al pie de la letra):

– “La situación económica es el verdadero director artístico de la obra”.

– Escribimos desde lo económico, pero también desde lo emocional, desde aquello que nos quiebra.

– «El director de escena ilumina una obra, el autor/director crea una obra».

– Los fantasmas de las dictaduras pasadas nos vuelve huérfano, solitarios. Hay que volver a la comunión que genera el encuentro, la charla con el otro.

– «Somos la generación que entiende que sus hijos tendrán un mundo peor. Ese es nuestro drama».

Wadji nos contó como montó una primera obra que ensayó durante 8 meses en la cocina de su casa. Eran 8 horas. Y que tuvo la suerte de conseguir que una directora de un festival fuera a su casa a verla. Y le hicieron de comer y la función para ella. Al acabar la obra le dijo que la llevaría a su festival pero que la redujera a 5 horas. Ahí empezó el éxito de “Litoral”.

Y reflexionando sobre ello y su siguiente montaje (un desastre según él) se dio cuenta que ese método fue el mejor que tuvo en años para encontrar el camino de la historia.

  • ¿Cómo se escribe vuestra historia en el mundo? ¿No piensas que tu teatro no llega a un público por alguna circunstancia, por un límite tuyo?

En este caso hablamos de lo determinista que son las condiciones laborales con una economía neoliberal y que eso impregna en el público que va (o puede ir) a las salas.

En mi caso hablé de la teoría del ˝impostor”: nunca sabes si lo que haces está bien, y en todo caso, lo que intentas es que, como impostor, no te pillen. Y eso genera una tensión latente en la creación.

En otros casos se habló la creación como enfermedad y como problema de salud (magistral María en ese fragmento en el que nos explicitó como dirigió un montaje con su bebé en el portabebés), y de las condiciones precarias del Off Madrid (extrapolable a otros Offs) y sobre todo incidiendo en el Teatro Lara (creo, profesión madrileña, que deberías montar una mesa redonda sobre este tema y ese teatro, parece que da para mucho).

Félix apuntó algo muy interesante: el “espacio de la confianza”, ese lugar que te creas y a partir del que puedes construir. Es importante construirse uno.

  • ¿Qué gesto conjunto vamos a hacer como primera piedra para el futuro?

En un atrevimiento Wadji nos propuso (o nos insinuó, no terminé de tenerlo claro) que hiciéramos un manifiesto, a lo que no sé si no entenderlo, o no sumar nuestras individualidades, no hicimos.

Pedro habló que una tradición que sí apoyó al autor vivo (término que utilizamos mucho) en el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas (CNNTE) del que siempre termina hablándose con nostalgia de algo que funcionó (por algo será).

Pero Wadji sí que nos dejó dos trazos que creo que funcionan como manifiesto:

“¿No será lo mejor que si soy director de un teatro que se plantee la misión de representar autores vivos nada más?”

“La revolución es negarse a obedecer.”

A mi se me quedó en el tintero hablar del concepto de ˝hegemonía cultural” que hubiera venido muy bien cuando Javi contó la anécdota de lo que le había pasado con un director general de una institución pública que defendía el repertorio y los clásicos contemporáneos para obviar a los autores vivos. De alguna manera, esa es la hegemonía cultural, “vendernos” que es bueno montar a Shakespeare y no a Sahuquillo porque el público lo necesita. Pero es una de las muchas falacias que nos tragamos a diario. William sería el primero en tumbarla, estoy convencido.

Con esto cerramos el debate, el círculo y nos hicimos esta foto

Que no quede en una foto. Creo en la revolución permanente en el teatro (sí, soy bastante estoico, que le vamos a hacer) y que cada paso hacia ello es una alegría que es inabarcable.

Por último, quiero agradecer a mis compañeros/as José, Javi, María, Denise, Pedro, Félix, Pilar y David por la experiencia. Siento no tener todas las notas, no ser más preciso, y dejarme algunas (muchas) cosas en el tintero. Seguro que vosotros podéis complementarlo en los comentarios ;)

Pese a que no salió un manifiesto, como nos pidió Wadji (y ello habla de nuestra individualidad) sí que compartimos nuestras frustraciones, anhelos, alegrías, tristezas y procesos. Y eso, en un mundo hiperacelerado, es siempre un lujo.